Colombia
Mapa - referencias
A. Artículo 2
B. Artículo 3
Breve nota del contexto nacional
Al referirnos al caso colombiano, muy equivocada sería la idea de declarar la ausencia del Estado en el desarrollo de las prácticas de violencia a gran escala que se abordan en este libro aun sin la grandilocuencia de los discursos europeizantes. En primer lugar, en el largo despliegue de sus estrategias contrainsurgentes, el Estado colombiano ha procedido una y otra vez a una intensa acción de estigmatización de los indígenas como aliados de las guerrillas, lo que sin duda ha sido suficiente para el desarrollo de prácticas de violencia a gran escala e incluso de exterminio que se extienden hasta el presente. En segundo lugar, si bien es mucho mayor la diversidad de actores armados que ponen en riesgo la supervivencia de los pueblos indígenas, esos actores están estrechamente implicados con prácticas estatales de control, disciplinamiento pero también de abandono. Para algunos pueblos en efecto, el genocidio también se da por una perversa articulación entre tres elementos: el despliegue de distintas formas de violencia, las prácticas de clientelismo y abandono oficial y un impulso irrestricto a iniciativas extractivistas que limitan cada vez más la autonomía alimentaria de los indígenas. El revés de la muerte masiva de niños por desnutrición es un Estado que, en determinados territorios indígenas, ejerce soberanía a través de la violencia, distribuye los recursos públicos de manera inepta y corrupta e impulsa de manera ilimitada e incondicional el extractivismo convirtiendo ciertas regiones en zonas de sacrificio y a sus habitantes en sujetos susceptibles de ser sacrificados.
Al igual que en Brasil, el caso colombiano da cuenta de la diversidad de actores que impulsan, contribuyen, participan o alientan las prácticas genocidas. En la mayoría de los casos se trata de actores vinculados a la ilegalidad (“disidencias”, narcotraficantes, movimientos armados desmovilizados, paramilitares, delincuentes “comunes”). En otros, de empresas mineras, extractivas o de infraestructura. Unos y otros, parecen dispuestos a eliminar por completo a un pueblo indígena determinado si éste se encuentra situado en zonas o corredores estratégicos de armas, minerales, materias primas o narcotráfico, o bien de alta riqueza minera o de recursos naturales. Sí, la muerte a gran escala de los pueblos indígenas en Colombia se encuentra dentro de los límites de lo posible, no solo para el Estado sino para una amplia variedad de actores de la economía visible y oculta.
1. Tiempos de vida y muerte
Oscar David Montero De La Rosa, Carlos Alberto Benavides Mora, Yaid Ferley Bolaños Díaz y Carlos Arturo Bravo Gutiérrez
Este capítulo es una
síntesis del libro Tiempos de Vida y
Muerte: Memorias y Luchas de los Pueblos Indígenas en Colombia, publicado
en el año 2019. Este primer informe nacional de memoria histórica de los
Pueblos Indígenas en el país se propone como un telar que da cuenta de las
violencias que han vivido los Pueblos Indígenas en el país en la larga
duración. Este verdadero tejido colectivo fue posible a los esfuerzos conjuntos
realizados entre la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y el
Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia (CNMH), como una medida de
reparación simbólica que da cumplimiento al Decreto Ley 4633 de 2011.
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2. Pueblo Indígena Kakatwkwa. Tejiendo Caminos para Volver al Origen: Entre Luchas y Genocidio en Colombia
Oscar David Montero de la Rosa
Este artículo pretende dar a
conocer y seguir denunciando el Genocidio en contra del Pueblo Indígena
Kankuamo, ubicado en la Sierra Nevada de Santa Marta al norte de Colombia,
contado desde la voz de una de sus víctimas y sobreviviente victorioso que dejo
como resultado más de 400 asesinatos, más de 60 desaparecidos, más del 40 % de
su población desplazada y en un alto grado de exterminio físico y cultural a su
unidad, autonomía y territorio ancestral.
3.
La construcción de comunidades emocionales: relatos públicos de violencia, sufrimiento y
resistencia en Colombia
Myriam Jimeno
Este texto se detiene en el repertorio afectivo, político y cultural
que construyó un grupo de personas para recomponer la vida y superar el daño
sufrido a raíz de una masacre ocurrida en el suroccidente de Colombia en el
2001. La experiencia traumática dio
pie a la creación de una comunidad nueva que recreó la identidad indígena de la
mayoría, incluyó a familias campesinas y adoptó nuevas formas de vida
comunitaria. La apropiación de
la categoría de víctima de violenciay del lenguaje de derechos humanos permitió activar los reclamos de
justicia y verdad. Narrar el hecho sufrido se convirtió en una
acción política de resistencia que entretejió comunidades emocionales, esto es, lazos de identificación
político-afectiva con amplias audiencias. Estos lazos sustentan una ética civil del reconocimiento, baluarte
contra formas de genocidio.